En los mapas zodiacales, que los astrónomos terrestres utilizan en sus estudios, se observa una gran estrella en la constelación de cochero, que recibió, en la Tierra, el nombre de cabra o Capela.
Hace varios milenios uno de los planetas de Capela, que guarda muchas afinidades con el globo terrestre, alcanzó el punto máximo de uno de sus extraordinarios ciclos evolutivos.
Algunos millones de espíritus rebeldes allí existían, dificultando el progreso de aquel pueblo lleno de piedad y virtudes.
Las grandes comunidades espirituales, directoras del cosmos, resolverían, entonces, traer aquellos espíritus aquí para la tierra longincua.
En la Tierra ellos aprenderían a realizar, a través del dolor y en los trabajos penosos de su ambiente, las grandes conquistas del corazón, impulsando, simultáneamente, el progreso de los pueblos primitivos que habitaban este planeta.
Fue así que Jesús, como gobernador de la Tierra, recibió, a la luz de Su reino de amor y de justicia, aquella multitud de seres sufridores e infelices.
Jesús les enseñó los inmensos campos de lucha que se desdoblaban en la tierra, arropándoles en un halo bendito de su misericordia y de su caridad sin límites.
Les bendijo las lágrimas curativas, haciéndoles sentir los sagrados triunfos del futuro y prometiéndoles Su colaboración cuotidiana y Su llegada en el porvenir.
Estos espíritus, llegados de un mundo en que el progreso ya estaba bien acentuado, guardaban en el corazón la sensación del paraíso perdido.
Al encarnar en la Tierra, se dividieron en cuatro grandes agrupamientos dando origen a la raza blanca, o adámica, que hasta entonces no existía en el orbe terrestre.
Formaron, de este modo, el grupo de los Arias, la civilización de Egipto, el pueblo de Israel y las castas de la India.
Habiendo oído la palabra del Divino Maestro antes de llegar a la Tierra, guardaban el recuerdo de la promesa de Cristo.
He aquí por que las grandezas del Evangelio fueron previstas y cantadas algunos milenios antes de la vida del Sublime Galileo, en el seno de todos los pueblos, por los antiguos profetas.
Entre los espíritus exilados en la Tierra, los que constituirían la civilización egipcia fueran los que más se destacaban en la práctica del bien y en el culto a la verdad.
Importa considerar que eran ellos los que poseían menos débitos ante las leyes divinas.
En razón de sus elevados patrimonios morales, guardaban en el íntimo un recuerdo más vivo de las experiencias de su patria distante.
Una añoranza torturante de su mundo lejano, donde dejaron sus más caros afectos, fue en base a todas a sus organizaciones religiosas.
Después de perpetuaren en las pirámides y sus avanzados conocimientos, todos los espíritus de aquella región africana regresaron a la patria sideral.
Esto explica por qué muchas razas que aportaron grande contribución de conocimientos a la tierra, desaparecieron hace mucho tiempo.
Informaciones preciosas sobre la historia de la humanidad terrestre fueron traídas por el Espírito Emmanuel, a través de la medianidad de Chico Xavier y constan en el libro “A Caminho da Luz”.
En este libro tú encontrarás aclaraciones sobre las grandes civilizaciones del pasado, sobre la trayectoria evolutiva del planeta, y muchas otras.
Sabrá porque Jesús afirmó que los mansos heredarán la Tierra.
Descubrirá, también, que la Tierra no está desgobernada; que en el mando de esta gigantesca nave está Jesús, con manos firmes y mirada serena.
¿Sabías que los mundos también están sujetos a la ley del progreso?
La Tierra, por ejemplo, ya fue mundo primitivo, y hoy está en la categoría de probas y expiaciones, que es solo el segundo escalón de la escala evolutiva.
Como el progreso es de ley, un día la tierra alcanzará el punto máximo del actual ciclo evolutivo y pasará a la categoría de mundo de regeneración, y así por delante.
Por eso vale la pena investir en la mejoría del ser humano, puesto que solo así conseguiremos transformar la tierra en un mundo de paz y felicidad.
Equipo de Redacción de Momento Espírita, con base en el libro A Caminho da Luz, de Chico Xavier, por el Espírito Emmanuel, e en Mateos, 5, 5.
Aria - Individuo de los Arias, los más antiguos antepasados que se conoce de la familia indo-europea.