Concentrar quiere decir “hacer convergir para un mismo punto; reunir en un mismo punto o centro, volver más denso, más fuerte, manejar el pensamiento, el sentimiento y la emoción de modo intenso o exclusivo; aplicar la atención a; meditar profundamente.” (Aurélio Buarque de Holanda, Diccionario de la Lengua Portuguesa.)
La oración depende, en grande parte, de la capacidad de concentración en el momento de pedir. La disciplina, mental y emocional, constituye factor importante para la eficacia de la oración, al poner el individuo en línea directa con aquellos para los cuales se dirige, sean ellos Espíritus Superiores o Dios, nuestro Padre.
En el momento de la oración, tenemos en la voluntad el control que la dirige en este o en aquel rumbo. Una voluntad decidida es el principio indispensable para una buena concentración. La concentración se traduce en la capacidad de alguien aislarse del exterior volviendo su atención para su interior con el objetivo de contenido elevado.