A pesar de los límites


         En el tiempo en que aún era un simple estudiante de medicina en una universidad del medio este de los Estados Unidos de la América, Dr. Marlin nutria la estúpida preocupación con un mundo lleno de personas lisiadas y de enfermos sin esperanza de cura.

         Por esa razón, era partidario de la eutanasia y de la eliminación de los lisiados sin cura.

         ¿Qué es la eutanasia? Apresar la muerte de alguien que tiene una enfermedad sin cura y que está sufriendo, en estado terminal.

         Qué él pensaba sobre los lisiados sin cura? Que no merecían vivir.

         Chico e irreverente, acostumbraba trabar calurosas discusiones con los compañeros que pensaban de manera distinta de la suya.

         A sus inflamados argumentos, los compañeros contestaban:

         - Pero entonces usted no ve que nosotros estamos estudiando aquí medicina precisamente para cuidar a los lisiados, cojos y ciegos?

         - Los médicos existen en este mundo para curar a los enfermos. Era siempre la respuesta que él daba. Y si nada pudimos hacer en su beneficio, lo mejor para ellos es la muerte.

         Qué es alguien cojo? Quien manca de la pierna por una deficiencia física.

         Lo qué piensan a respeto de la opinión de los compañeros de Marlin?

         Y sobre la opinión de Marlin?

         Sin embargo, una noche, cuando prestaba servicio como interno del hospital, en el último año del curso, Marlin fue llamado para asistir a una parturiente, inmigrante alemana, que vivía en un barrio miserable de la ciudad.

         ¿Qué es una parturiente? La mujer que está prestes a ganar un bebé.

         Era el décimo hijo que la pobre mujer daba a la luz, y el bebé entró en este mundo con una de las piernitas más cortas que la otra.

         Antes de hacer con que el niño pudiera respirar por si mismo, le acudió un pensamiento: ¡Qué despropósito! Este pequeño va a pasar la vida entera arrastrando esta pobre pierna. En la escuela será víctima de chistes de los otros chicos, que le llamarón “manco”. ¿Para qué le obligaré dejarle vivir? El mundo nunca dará por su falta.

         ¿Concuerdan con la opinión del médico?

         ¿Él va a ser diferente de los otros por ser manco?

         ¿Cómo creen que el va a sentirse cuando le llamaren de manco?

         ¿Qué será que el médico ha hecho?

         Pero, a pesar de los pensamientos, el chico llevó la mejor. El joven médico no consiguió dejar de ayudar el bebé a respirar. Y el bebé lloró, mostrando que estaba vivo.

         Cumplido el deber, el interno agarró la bolsa de su oficio y se marchó, censurando el propio procedimiento. ¡No puedo comprender por qué he hecho eso! Como si no hubiera hijos en demasía en aquel antro de miseria. No entiendo por qué he dejado vivir más aquél, y aún más estropeado.

         Los años se pasaron…

         Dr. Marlin se consagró como médico y conquistó vasta clientela. Las ideas que sustentaba en la juventud cambiaron. Ahora él se dedicaba a salvar y conservar las vidas.

         ¿Por qué ocurrió el cambio? Él ha amadurecido, ha pensado mejor, ha convivido con muchas personas que tenían deficiencias y eran felices, tenían familia que les amaba, trabajaban, estudiaban.

         Un día, su único hijo y la mujer murieron en un accidente de coche, y Marlin tomó la hija de la pareja para cuidar.

         Amaba con todas las fuerzas la nieta Bárbara.

         En el verano en que completó diez años, la chica despertó, cierta mañana, quejándose de dolores en las piernas y en los brazos...

         De primero se pensó que fuera poliomielitis, la temible parálisis infantil, pero después se verificó que era una rarísima infección causada por un virus poco conocido que también causaba parálisis.

         Dr. Marlin reunió varios neurologistas y todos fueron unánimes en decir que no conocían medicina ni tratamiento para tal enfermedad.

         ¿Qué es un neurologista? Médico que trata enfermedades como la parálisis.

         - En todo caso, existe un médico en el Oeste, hombre joven, que escribió recientemente sobre el éxito que tiene obtenido en casos como este, observó uno de los neurologistas.

         ¿Qué creen que Dr. Marlin ha hecho?

         Dr. Marlin no ha tenido dudas. Tomó la nieta y se dirigió para el hospital indicado.

         Cuando se quedó enfrente al médico, único hombre capaz de salvar la vida de su nieta tan querida, Dr. Marlin observó que el hombre mancaba acentuadamente...

         - Esta pierna corta hace de mi igual que a mis clientes, observó el Dr. T. J. Miller, cuando observó la mirada del Dr. Marlin. Acepto que los chicos me llamen de manco, y a ellos les gusta eso.

         De hecho, prefiero ese nombre que a mi nombre real, que es Tadeu, que siempre me pareció un tanto formal. Como tantos otros chicos, me dieron un nombre de un joven médico que una noche me ayudó a nacer.

         Dr. Tadeu Marlin se ruborizó y engulló en seco.

         ¿Por qué Dr. Tadeu Marlin se sintió así? Porque él se dio cuenta de que la única persona capaz de curar su querida nieta era el bebé que un día él pensó que no valía la pena ayudar a vivir.

         Por algunos minutos se acordó de los pensamientos que le ocurrieron en aquella noche distante: “El mundo nunca dará por su falta”.

         Extendió conmovidamente la mano al joven compañero, al médico dedicado, gracias a quien la nieta iba a poder a andar otra vez, y agradeció a Dios por tener tomado la decisión correcta en aquella noche en que atendió aquel bebé con la pierna más corta, ayudándole a iniciar una nueva existencia.