Sabrina era una joven que frecuentó durante años las clases de evangelización espírita infantil en el Grupo Espírita que su familia participaba. Ella nunca faltaba. Era una alumna atenta y cuestionadora.
Sabrina casi no faltaba a las clases, y, a pesar de la poca edad, buscaba poner en práctica los enseños de Jesús.
Tras un tiempo, todavía, ella tuvo que alejarse de este compromiso, pues su familia se cambió de ciudad, yendo vivir en una ciudad bien pequeña que tenía solo un Centro Espírita donde no habían – aún – clases de evangelización infanto-juveniles.
En los años siguientes, Sabrina pasó por situaciones muy difíciles: enfermedad de la hermana, abandono, pierda de personas queridas.... Ella hacía de la oración su compañera, pero sentía falta de los encuentros, donde aprendía tantas cosas importantes, tenía amigos y el cariño de las evangelizadoras.
Cuando Sabrina volvió, ya adulta, al grupo de estudios de la Doctrina Espírita, ella relató que había algo que le sostenía en todos los momentos: el recuerdo de un enseñamiento recibido de una evangelizadora de la infancia. Y contó:
- La evangelizadora decía: “¡Quien tiene Jesús en el corazón nunca está solo!” Con ese pensamiento, yo me sentía ayudada y amparada por el Mestre, y fui venciendo con coraje y resignación los momentos de dolor. Jesús, nuestro modelo y guía, gobernador de nuestro planeta, siempre está con nosotros. Cristo jamás nos deja solos... Con esa certeza debemos avanzar fuertes, corajosos y confinantes.
Que podamos tener la certeza de que, si un día nos sentirnos sin recursos, solos, nunca estamos realmente solos! Jesús es nuestro amigo, nuestro compañero de marcha. Acordemos también la presencia cariñosa de los Buenos Espíritus, invitándonos a la renovación y al equilibrio. Ellos son amigos anónimos, invisibles a los ojos carnales, todavía, siempre presentes. Con fe en la sabiduría y justicia de Dios seremos más fuertes en el enfrentamiento de las dificultades, de los desafíos que se presentan en los caminos del progreso que trazamos. Y que la Doctrina Espírita, que nos ilumina el alma, pueda nos volver iluminados, en el testimonio de fidelidad, de amor y de fe que seremos capaces de ofrecer.
Narrativa basada en un hecho real
Claudia Schmidt